POR COCO ONTIVEROS
2020 un año de pruebas, del cual ya estamos en la recta final para despedir a este nefasto año de la pandemia mundial, que trastocó todas las actividades de los diferentes rublos… Un “bicho” que nos quitó el sueño y rompió en pedazos la armonía que creíamos tener…
Un año en que han sido de meses de usar cubre bocas “símbolo de este año pandémico” con las medidas de sana distancia, confinamiento, desinfectantes, miedo, paciencia, empatía, dolor, penas, lagrimas, pérdidas de familias y amigos de todas las edades y estratos sociales ¡Nada fácil! Largos meses de aprendizaje, de organizar la vida de otra manera, de no ver a nuestros seres queridos, no, besos, no, abrazos, no, convivencias, días y noches largas de angustias, de grandes pérdidas en todos los sentidos, sacrificar futuros, destrucción de economías enteras y en medio de la gran tragedia hay cosas que celebrar y muchas lecciones que aprender y que valorar…
Estamos a unos días de arrancar la última hoja del calendario de este año gemelo que nos sorprendió con este virus que desequilibro la vida rutinaria, dándonos un giro de 180º y nos recordó que no distingue nombres ni apellidos y que en cualquier momento perdemos la vida…
Sin duda fue una Navidad extraña y diferente que hemos vivido; sin embargo, esta situación ha ayudado a valorar el tiempo con la familia y definitivamente las adversidades no frenan, sino que, son momentos de cambio, de oportunidad de crecer para adentro, para sacar lo mejor de nosotros mismos…
Llegó el momento de hacer un alto para buscar un minuto para hacer un balance personal, reflexivo en este año de tantos desafíos. Sin embargo, cuando un año se va, con él se deben mudar las tristezas, rencores, resentimientos y una noche vieja es especial para orar, soltar, liberar amarguras y emociones que abruman el espíritu
¿Qué traerá el 2021? ¡No, sé! Solo quiero agradecer por todo lo que recibí de Tí Señor, por cuanto fue posible y lo que no pudo ser que nos dieron el coraje y fuerza para continuar…
Decenas de familias se reunieron a compartir la noche de Navidad, con menos comensales, sin despliegue de besos y abrazos. Lo importante es que el Covid no estuvo presente, ya que extremaron regles sanitarias, como dicta la tradición para evitar contagios por parte de asintomáticos. Familias consientes del grave problema covidiano, para reducir los grandes grupos familiares lo dividieron las reuniones.
Donde todo inicio con el arrullo del niño Dios, uno de los momentos más emotivos de la Navidad porque presentan a niño Jesús al hogar, para traiga paz, armonía, alegría, esperanza…
Y con esta nos vamos: Más allá del dolor, siempre sale el sol. Qué este año sirva para recordar que siempre se puede empezar…
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